lunes, 27 de agosto de 2007

Por qué va a ganar Cristina

La pregunta aparece con una inocultable ansiedad, que esconde, curiosamente, algo de ingenuidad también: ¿gana Cristina, no?

Sí muchachos! Gana pese a las bolsas de dinero, las valijas de dinero, el caso Skanska, la crisis energética, el atril autoritario, los pingüinos cajeros, los pingüinos “me subo a mi 4x4 y arrastro manifestantes”, la plancha como estrategia de campaña, la gran “me abrazo al Carlos en los 90 y lo defenestró un par de años después”, el ooooooolé al Congreso, los abrazos y besos con Chávez, los DNU, el dibujo inflacionario, el dibujo de la pobreza…, el dibujo de la realidad bah!!, los Fernández, etc., etc.

¿Quieren razones? Acá van:

1- La economía crece como no lo hacía desde hace casi un siglo.

2- Se canceló de un saque la deuda con el FMI (ícono máximo del neoliberalismo económico, según el discurso oficial) y se logró una quita histórica con el resto de los acreedores.

3- Se pulverizó el desempleo (más allá de la calidad del empleo).

4- La gran mayoría de los argentinos puede comprar ahora más que hace cinco años (pero menos que en los 90, de los que la gente se acuerda, pero no tanto como del nefasto 2000-2002). Y como para asegurarse de que esto siga hasta octubre, el Gobierno inyectó casi $ 4000 millones que van a parar directo al bolsillo de trabajadores, jubilados y pensionados, la gran mayoría del padrón.

5- La industria, los sindicatos y el sector financiero apoyan a la candidata oficial.

6- No hay con qué darle a Daniel Scioli en Buenos Aires, y Buenos Aires, guste o no, juega un papel determinante en la elección.

7- Cristina ya arrancó la campaña, tiene todos los recursos del Estado, toda la maquinaria clientelista y todo el aparato peronista detrás.

8- La oposición está fragmentada, carece de los fondos, la estructura y la logística del oficialismo, y, para colmo, ninguno de sus candidatos genera la mitad de lo que genera en la gente Cristina.

9- Con el 40,000001% de los votos, el oficialismo está hecho (Menem lo hizo).

10- Cristina capitaliza dos de las razones más determinantes a la hora de definir el voto: el miedo al cambio y el deseo de un cambio.

jueves, 23 de agosto de 2007

Quiero vivir en Santa Cruz

Si, si, está bien. Hace un frío de la ostia, corre viento todo el tiempo, hay poca gente y, para colmo, en el último tiempo se parece más a un feudo del estilo de La Rioja, Catamarca o Santiago del Estero que a una provincia republicana.

Pero hay mucho cielo, y algunos de los mejores lugares que la naturaleza le brindó al hombre, Perito Moreno incluido, están ahí, a un toque.


Pero como somos gente de números, hablemos de números. Santa Cruz tiene el ingreso promedio más alto de la Argentina: $ 3197, según los datos oficiales para el primer trimestre de este año (ver gráfico), $ 1000 por encima del promedio de la Argentina y $ 620 por arriba de la Capital Federal. ¿Petróleo? ¿Turismo? ¿Pesca?

Naaahhhh!!! Antes del descajete, allá por los denostados años 90, Santa Cruz también tenía el mejor ingreso de la Argentina. Más aún, en 1998 un pingüino (no todos, claro) ganaba un 35% más que un porteño, diferencia que se estiró ahora hasta el 60%, según los mismos datos oficiales.

¿Tendrá algo que ver ese número mágico con que cada vez que hay quilombo el gobierno provincial-nacional se manda un aumentito para los estatales? Una pista: en cuatro de cada diez hogares de Río Gallegos el principal ingreso proviene de... el Estado. En la Argentina, sólo en Ushuaia puede encontrarse una proporción mayor. ¿Hace falta más?


martes, 14 de agosto de 2007

Hombres de negocios

Kirchner y Chávez son presidentes, pero detrás de los cargos y los discursos, son, ante todo, hombres de negocios.
Kirchner construyó gran parte de su poder político con la caja oficial, caja que estuvo alimentada en gran medida por el aumento del precio de las commodities, sobre todo las agrícolas, como la soja y sus derivados, el maíz, el trigo, etc.
Chávez hizo otro tanto con el petróleo. Debe agradecer por ello, curiosamente, a la política exterior de George W. Bush, que ayudó a apuntalar la explosión del precio del petróleo y lleno a Venezuela de...., petrodólares.
Kirchner y Chávez no perdieron el tiempo para hacer negocios entre ellos, pero en este punto, hay que decirlo, el líder de la revolución bolivariana parece sacarle años luz al promotor de la Concertación K.
Ayer el Ministerio de Economía informó que pagó una tasa del 10,66% por la colcación de bonos a Venezuela. Es la más alta que paga el gobierno nacional desde el default.
"Esta es su casa. Disfrútela", le dijo K a Chávez la última vez que estuvo en la Argentina.
Y si, la verdad es que la está disfrutando..., él y Antonini Wilson, claro está.

martes, 7 de agosto de 2007

El país de las nueve inflaciones

Hasta enero había un solo índice de precios al consumidor que cumplía las funciones para las que fue creado: servir de base para negociar salarios, evaluar inversiones, calcular variaciones reales en la producción de la economía o en la magnitud de la pobreza y, sobre todo, mostrar la evolución de los precios.

Maquillado e investigado por la Justicia, cuestionado por técnicos y empleados del Indec, economistas y analistas que están en el tema, empresarios y casi todas las personas que saben que existe, el IPC languidece.

El único ¿beneficiado? parece ser el gobierno nacional: goza de una mayor recaudación –porque la inflación alimenta los ingresos por el IVA y el impuesto a las Ganancias- en pleno año electoral y reduce los pagos de la deuda indexada.

Pero veamos la novela desde otro ángulo. ¿Qué pasa cuándo un bien no cumple con las necesidades para las que fue creado? Usualmente, aparece un sustituto que lo reemplaza. ¿Apareció otro índice de precios que sirva de referencia y cumpla con las funciones del retocado IPC? No, uno no, asomaron nueve. O sea, nueve inflaciones distintas. Y digo asomaron porque ya estaban ahí, pero se mantenían en un saludable segundo plano.

Acá están:

  1. La inflación real, según los economistas: oscila entre el 12 y el 20 por ciento, pero nunca baja del diez.
  2. La inflación real, según los técnicos del Indec: está en el blog que empezaron a editar este año, tras la intervención en el organismo. Hasta el primer semestre, da una inflación del 9,1%. Si se anualiza esa cifra, la suba de precios ya está en torno al 20%
  3. La inflación de la calle, o también llamada “sensación térmica”: es la de la señora que viene de la verdulería y dice, tomándose la frente: “¡Está todo al doble que antes!”. Imposible de cuantificar.
  4. La inflación personal, o la del inflaciómetro: surge de una herramienta que elaboró el economista Lucas Llach para Cippec. Varía según el consumo de cada persona.
  5. La inflación de la recaudación del IVA-DGI: es lo que los economistas llaman una proxy. Una variable que aproxima el comportamiento de otra. En junio los ingresos subieron un 33,2%. El consumo crece, según los datos oficiales, al 10% anual. La inflación es del 23,2%.
  6. La inflación del deflactor del consumo del PBI: se conoce trimestralmente, junto con el dato del producto bruto. Hasta el primer trimestre, daba 9,9% para el último año.
  7. La inflación del supermercado: aún con los acuerdos made in Moreno, da 11,3% entre junio de este año y el mismo mes del año anterior.
  8. La inflación del shopping: similar a la de supermercados, está afectada por las liquidaciones y los cambios de temporada. Pero ya que estamos, la damos. Estuvo en el 8,8% entre junio de este año y junio de 2006.
  9. La inflación oficial de todo el país: hasta junio, con datos de algunas jurisdicciones cuestionados –sobre todo Buenos Aires y la Capital Federal-, daba 10,5% para el último año.

Cabe aclarar que las últimas cuatro también las elabora el vapuleado Indec, algo que quizás ayude a entender las diferencias.

Hoy leo en El Cronista que cada vez más empresas piden mediciones privadas. Más allá de los detalles, creo que la idea quedó clara.

Bienvenidos al país de (al menos) las nueve inflaciones.

Tiempos exponenciales

A través de un comentario en el blog del Abuelo llego a este video que brinda varios datos jugosos sobre el mundo en el que vivimos y el que nos espera. Y que nos recuerda, sobre todo, que transitamos una era de crecimientos exponenciales. Otra versión, con el mismo contenido, se puede ver acá.


miércoles, 1 de agosto de 2007

Trade off

Un amigo me pregunta hoy que significa el término trade off. Se trata de un concepto técnico que los economistas utilizan en situaciones puntuales y que no es tan sencillo de definir.
La idea que encierra, en términos llanos, es que para lograr un objetivo hay que sacrificar otros. Si quiero comprarme un auto tengo que gastar menos -trade off entre consumo y ahorro- o si me voy a Tailandia tengo que dejar París para otro momento -trade off turístico, para amenizar el post-; en otras palabras, el costo de oportunidad existe en cada rincón de nuestras vidas.
El tema en cuestión que planteaba mi amigo era otro: qué si era cierto que para crecer mucho hay que bancarse una inflación alta. El postulado es, cuando menos, cuestionable, y es una de las tantas nociones que la administración K instaló repitiendo 500 veces la misma frase, con matices, según el funcionario de turno frente a los micrófonos: "Las tensiones inflacionarias son las tensiones del crecimiento".
Las evidencias que contradicen esto abundan. A mí se me ocurren tres:
1- El mundo crece con inflación baja. Esto pasa en casi todos lados. Venezuela y la Argentina son las dos excepciones más claras en la región.
2- Durante la convertibilidad hubo años de crecimiento alto sin inflación -1993, 1994-, pero, nobleza obliga, el contexto era otro.
3- Le comento a mi amigo el caso de China. Respuesta: "Y bueno..., es China". Cierto, pero no tanto. Con más inversión, todo se puede.
Como cierre, recomiendo las frases de un premio Nobel, no precisamente crítico de los lineamientos de política económica de NK, que explica el camino para crecer sin que ir al supermercado obligue a un trade off permanente (este mes no como queso, pero si carne).