lunes, 15 de diciembre de 2008

Guardá todo

Uno de los funcionarios de más bajo perfil del kirchnerismo, José López, tuvo sus quince minutos de fama hoy al mediodía al anunciar el "Plan Argentino de Obras Públicas". No serán (supuestamente) $ 71.000 millones como anunció la Presidenta semanas atrás, sino $ 111.000 millones.

Ni el anuncio, ni la suma, ni las obras llaman particularmente la atención porque, salvo el monto, el resto ya se sabía. Pero López dijo que se "está trabajando" para conseguir los $ 40.000 millones restantes a los ya anunciados. ¿No da un poco de miedo? El kirchnerismo está a pleno, sediento, buscando plata para hacer lo que más le gusta: gastarla en obras, con licitaciones digitadas y sobreprecios. ¿No da un poco de miedo? ¿En qué "está trabajando" el Gobierno? ¿Algún artilugio legal para meter mano dónde todavía no pudo hacerlo? ¿Un mega-bono para el mega-plán que vaya a saber quién lo va a comprar?

Hacer preguntas en el negocio de dar respuestas no es lo mejor, ya sé. Pero en este momento, a esta hora, no se me ocurre de dónde se pueden obtener hoy $ 40.000 millones. Quizás mañana aparezca la respuesta en letras de molde...

martes, 9 de diciembre de 2008

Una imagen vale más que mil palabras II

Usé este título hace más de un año para mostrar un gráfico que revelaba la manipulación del índice de precios que elabora el Indec. Ahora, lo uso para mostrar lo fulera que es la crisis financiera actual. El cuadradito negro es 2008, justo arriba de 1931 (Gran Depresión a pleno) y muuuuuuy lejos del techo del edificio, 2007 (¿queda claro que hubo una burbuja?).



Fuente: Greg Mankiw

PD: fue el post 150, a un año y medio de inaugurado Suma Cero. Se siente bien.

Transversalidad reloaded

Tan imbuidos estábamos con la crisis económica, que casi se nos pasa de largo el terrible quiebre que se produjo en los últimos días en el entramado kirchnerista: el ingreso del ex carapintada Aldo Rico a las huestes de su majestad, Néstor I.

La movida tuvo como protagonista al diputado ultrakirchnerista y ex montonero Carlos Kunkel, generó el rechazo de organismos y dirigentes de derechos humanos y digamos que amplió un toque a la derecha el espacio K. Artemio se mofa hoy de la famosa pregunta de Mirtha, hace más de cinco años, cuando se pensaba que se venía el "zurdaje". Rico, Boudou, Massa, Giorgi y Alberto Fernández, ahora borrado, son algunos ejemplos de una construcción pragmática que tiene como única principio irrenunciable la búsqueda de poder. ¿Cómo se justifica, sino, el ingreso a ese espacio de un impresentable como Rico?

"El kirchnerismo es heterodoxia en lo político, keynesianismo en lo económico y peronismo en lo filosófico", dijo Luis D'elia. Una nota muy buena nota de La Nacion intenta poner blanco sobre negro en el universo kirchnerista. Lo mejor es el grupo de los "peronistas ortodoxos":

Son los eternos, los dueños del "aparato". Son los intendentes de los cordones más pauperizados del conurbano, como Otacehé (Merlo), Mario Ishii (José C. Paz), Curto (Tres de Febrero) y Descalzo (Ituzaingó). Todos se aceptan kirchneristas, según una particular admisión de Curto: "Somos peronistas. Cuando estaba Menem, éramos menemistas; cuando vino Duhalde, nos hicimos duhaldistas, y cuando llegó Kirchner, fuimos kirchneristas. Es un fenómeno que ustedes [los no peronistas] nunca van a entender".

lunes, 8 de diciembre de 2008

H-2-cero

Cristina Kirchner sólo toma agua Nestlé, y toma ella sola: siempre que recibe invitados aparece una botellita y un vaso de agua. Nada más. Una típica actitud de diva.

Las divas también se confunden. Le pasa a Susana, bastante seguido, y a Mirtha también, aunque mucho menos. Incluso suele pasar hasta en temas en los cuales la diva en cuestión tiene una preferencia muy marcada, casi excentrica, como es el caso de Cristina con el agua. Sólo agua mineral, y no cualquiera, sino agua mineral Nestlé.

Pero Cristina marcó un nuevo páramentro. Parece que se toma tan en serio sus preferencias acuáticas que hasta inventó una nueva agua. Una agua sin oxígeno y con un número.

El que no lo crea, nada más vaya hasta acá, y escuché con atención a partir de los 7 minutos y 25 segundos del video.

jueves, 4 de diciembre de 2008

¿Se acuerdan de 1998?

Tan duro fue 2001, tan marcado a fuego quedó en la mente de la gente, que ante cualquier luz amarilla que surge de la economía lo primero que hacemos periodistas, economistas y hombres de a pie es mirar que pasaba con "tal tema" en 2001. Error. Deberíamos mirar a 1998.

Recordemos. La economía venía de crecer muy bien en 1996 y 1997. El efecto Tequila había quedado atrás y todos nos regodeabamos de lo bien que caminaba la convertibilidad. Pero la devaluación del rublo y el default de la deuda rusa complicó la situación financiera global. Y a Brasil se le ocurrió devaluar nomás iniciado 1999. La economía pasó de crecer bastante bien a crecer poco para después meterse de lleno en recesión. Que terminó mal en 2001-2002.

Veamos las similitudes. Brasil devalúa. El mundo está patas para arriba (mucho peor ahora que entonces) y la economía argentina viene no de dos, sino cinco años de buen crecimiento. ¿Hay margen para ser optimista? Si señores. Ahora el peso se devalúa despacito, despacito. El Gobierno todavía tiene plata a pesar de que la gasta como mono con ametralladora y el pragmatismo cubre el planeta, lo cual brinda un margen mayor para aplicar medidas "a lo argento". Algo de eso está haciendo el Gobierno. ¿Funcionará? Puede ser. Pero que la vamos a pasar mal, la vamos a pasar mal. Pero no tan mal como en 2001.

martes, 2 de diciembre de 2008

La mejor crónica de la debacle

Llegué a través del blog de Greg Mankiw. Es larga, y está escrita en inglés. Pero si algún estimado lector de este espacio quiere invertir media hora o cuarenta minutos en un excelente artículo que cuenta la crisis financiera girando en torno a uno de sus personajes centrales, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, sólo tiene que pinchar acá.

La crónica (que además tiene un gran título: Anatomy of a Meltdown), fue publicada en la revista The New Yorker y está escrita por John Cassidy, quien no sólo se da el lujo de hablar directamente con Bernanke u otros pesos pesados, sino que pone siempre "me lo dijo a mí". Hedonismo puro en una crónica cargada de fuentes lujosas y entretelones imperdibles.