martes, 7 de agosto de 2007

El país de las nueve inflaciones

Hasta enero había un solo índice de precios al consumidor que cumplía las funciones para las que fue creado: servir de base para negociar salarios, evaluar inversiones, calcular variaciones reales en la producción de la economía o en la magnitud de la pobreza y, sobre todo, mostrar la evolución de los precios.

Maquillado e investigado por la Justicia, cuestionado por técnicos y empleados del Indec, economistas y analistas que están en el tema, empresarios y casi todas las personas que saben que existe, el IPC languidece.

El único ¿beneficiado? parece ser el gobierno nacional: goza de una mayor recaudación –porque la inflación alimenta los ingresos por el IVA y el impuesto a las Ganancias- en pleno año electoral y reduce los pagos de la deuda indexada.

Pero veamos la novela desde otro ángulo. ¿Qué pasa cuándo un bien no cumple con las necesidades para las que fue creado? Usualmente, aparece un sustituto que lo reemplaza. ¿Apareció otro índice de precios que sirva de referencia y cumpla con las funciones del retocado IPC? No, uno no, asomaron nueve. O sea, nueve inflaciones distintas. Y digo asomaron porque ya estaban ahí, pero se mantenían en un saludable segundo plano.

Acá están:

  1. La inflación real, según los economistas: oscila entre el 12 y el 20 por ciento, pero nunca baja del diez.
  2. La inflación real, según los técnicos del Indec: está en el blog que empezaron a editar este año, tras la intervención en el organismo. Hasta el primer semestre, da una inflación del 9,1%. Si se anualiza esa cifra, la suba de precios ya está en torno al 20%
  3. La inflación de la calle, o también llamada “sensación térmica”: es la de la señora que viene de la verdulería y dice, tomándose la frente: “¡Está todo al doble que antes!”. Imposible de cuantificar.
  4. La inflación personal, o la del inflaciómetro: surge de una herramienta que elaboró el economista Lucas Llach para Cippec. Varía según el consumo de cada persona.
  5. La inflación de la recaudación del IVA-DGI: es lo que los economistas llaman una proxy. Una variable que aproxima el comportamiento de otra. En junio los ingresos subieron un 33,2%. El consumo crece, según los datos oficiales, al 10% anual. La inflación es del 23,2%.
  6. La inflación del deflactor del consumo del PBI: se conoce trimestralmente, junto con el dato del producto bruto. Hasta el primer trimestre, daba 9,9% para el último año.
  7. La inflación del supermercado: aún con los acuerdos made in Moreno, da 11,3% entre junio de este año y el mismo mes del año anterior.
  8. La inflación del shopping: similar a la de supermercados, está afectada por las liquidaciones y los cambios de temporada. Pero ya que estamos, la damos. Estuvo en el 8,8% entre junio de este año y junio de 2006.
  9. La inflación oficial de todo el país: hasta junio, con datos de algunas jurisdicciones cuestionados –sobre todo Buenos Aires y la Capital Federal-, daba 10,5% para el último año.

Cabe aclarar que las últimas cuatro también las elabora el vapuleado Indec, algo que quizás ayude a entender las diferencias.

Hoy leo en El Cronista que cada vez más empresas piden mediciones privadas. Más allá de los detalles, creo que la idea quedó clara.

Bienvenidos al país de (al menos) las nueve inflaciones.

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