jueves, 6 de septiembre de 2007

El ajuste K

Las dudas son parte del pasado. La primera señal concreta sobre una meta crucial del gobierno de Cristina la dio hoy su marido: buscará un superávit fiscal de, al menos, un 4%. Todos los economistas, heterodoxos, ortodoxos y nodoxos, coincidían en la necesidad de elevar el ahorro público.

El cómo todavía es una incógnita, pero todo indica que habrá un ajuste. Si señores, vuelve esa mala palabra que recuerda tanto a épocas defenestradas los últimos, aunque con claras diferencias.

En vez de bajar el gasto público, crecerá menos. Musgrave levanta a Wende y tira que el presupuesto contemplará una suba del 15%, contra el 50% actual. Si, si, el presupuesto es un dibujo y con los superpoderes no sirve de mucho, pero si esto se cumple igual aporta otra señal: el gasto va a crecer menos.

El tan promocionado "acuerdo social" muestra la otra hebillas del cinturón: Cris no quiere subas salariales como las que bendijo su marido. De allí la necesidad de sentar a trabajadores y empresarios para ungir un porcentaje que más o menos permita bajar la inflación.

El tercer punto es cantado: el tramo final de la normalización de los contratos de servicios públicos comenzará a transitarse el año próximo. Más tarifas implica menos subsidios. Así de simple.

¿Llegará Cris al 4% con estas medidas? Habrá que esperar. Pero la gran pregunta, la que más me moviliza, porque fogonea el debate sobre los 90, requiere miles de cálculos, mucha evidencia empírica y, sobre todo, mucho juego que no se sabe si terminará en una suma cero, es otra: ¿Sumará el ajuste a que todos estemos un poco mejor?

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