sábado, 1 de septiembre de 2007

Es la información, estúpido

Propongo un juego. Dos jugadores. Uno, el gobierno. El otro, todos nosotros.

Juega el gobierno: manipula la inflación, engorda el superávit fiscal con la reforma previsional creando un "efecto riqueza" temporal y modifica los informes del Indec sobre la industria y los servicios públicos para maquillar la crisis energética y dar una sensación de crecimiento ilusoria.

Jugamos nosotros: si le creemos al gobierno, pensamos que está todo bárbaro, votamos a Cristina, consumimos, nos endeudamos, volvemos a consumir, y sigue el baile. Si dudamos de los datos, resulta lógico pensar que dudamos también de la salud del modelo K. El auto y la casa -para los que pueden-, quedan para un futuro incierto. Vamos con el consumo chiquito, el que banca el sueldo, porque "esto hay que aprovecharlo mientras dure". Ropa, ocio, notebook, plasma, DVD. Cuotas fijas en pesos y todo bien.

En cualquiera de los dos escenarios, tomando como algo dado el impulso de los aumentos salariales, el fogoneo del crédito y de medidas oficiales -modificación de ganancias, subas en las jubilaciones y cambios en las asignaciones familiares-, y sin complicar el análisis con lo que puede ocurrir con otras variables, la manipulación de la información incentiva el gasto.

Pero el engaño oficial, sobre todo en la era de la información, no es sustentable. En otras palabras: el gobierno puede seguir retocando números cada vez que juegue (lease, cada vez que difunde una estadística oficial), pero en algún momento va a tener que cambiar la estrategia y sincerar las cifras reales. ¿Cuál va a ser nuestra jugada cuando eso pase? Hay que esperar a que el Gobierno haga su movida, pero huelo un "efecto pobreza" en el horizonte....

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