domingo, 27 de julio de 2008

Nadie conoce a Kirchner

Se habla estos días de retoques en las tarifas de electricidad, gas y transporte, movilidad jubilatoria, aumentos del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, suba del salario mínimo, créditos para pymes, diálogo con la oposición y los legisladores, más cambios en el gabinete, y, la mejor de todas, una reforma integral del IndeK con una conducción intachable que lidere una nueva reforma del IPC. Todo, a partir del cachetazo por la "derrota" ante el campo.

Vamos por partes. Si se va Guillermo Moreno, ¿cambia la política económica o cambian nada más que las formas? Me inclino por la segunda opción. Patota, Lassie, Bigotón o Napia, como se lo llama al agotado guardián de los precios, es un soldado, un ejecutor. Para que algo cambie, tiene que cambiar Kirchner o tiene que irse Kirchner. No hay otra opción.

¿Va a cambiar Kirchner? Lo hizo, realmente, con medidas concretas, una sola vez: cuando uno de sus mimados, el gobernador Carlos Rovira, perdió la elección en Misiones frente al obispo Joaquín Piña. Tras el traspié, se suspendieron los proyectos reeleccionistas y se puso fin a una disputa con la Corte Suprema por el número de jueces.

No hubo esta vez una elección, pero si una votación. ¿Será suficiente para un cambio de rumbo? Creo que no, pero quizás -y ojalá- me equivoque. Porque significaría que ninguna de las opciones que se barajó esta semana es, realmente, una opción, sino una distracción más mientras el kirchnerismo planea su contrataque. Es muy probable que Moreno se vaya, pero muy improbable que se lleve con él todos los destrozos que hizo en la economía. Kirchner fue el ideólogo de todo. Moreno no fue más que el autor material de esa idea, esa concepción de la economía, la historia y el futuro del país.

¿Por qué reconocer la inflación real, si eso agravaría la situación fiscal, que ya está comprometida? ¿Por qué tocar algunas tarifas, si eso sólo evitaría que los subsidios crecieran menos, pero no que disminuyan, y además tiraría todavía más abajo la imagen del Gobierno? ¿Para qué dialogar con traidores, tibios o conspiradores? ¿Justo él, que prefirió renunciar antes de claudicar a sus convicciones?

Después de seis años, nadie conoce a Kirchner. Ni siquiera yo. Por lo menos ninguno de los que tenemos que "contarlo" todos los días. Esto deja la puerta abierta a las dos alternativas: o sigue, se estrella, y estrella al país, o cambia, recicla su proyecto, y abre otra puerta al desarrollo. Creo que será lo primero. Y ojalá me equivoque.

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