lunes, 19 de enero de 2009

Bye, bye, W



Hoy es el último día de George W. Bush como presidente del último (y tambaleante) imperio en pie sobre la tierra. A partir de mañana, dejará de ser el presidente de la primera economía mundial y el Comandante en Jefe del ejército más poderoso del planeta.

Como pegarle ahora a Bush es bastante fácil y políticamente correcto, prefiero abstenerme (aunque la tentación sea importante porque nunca lo tragué). Prefiero recordar, simplemente, que hace un poco más de cinco años tenía un altísimo nivel de popularidad y una de sus decisiones más detestadas (la invasión a Irak) no sólo era apoyada por la mayoría de los norteamericanos, sino, paradójicamente, por la persona que tendrá ahora la responsabilidad de reconstruir los lazos de Estados Unidos con el resto del planeta: Hillary Clinton. Ironías del destino.

En 2004, hace poco más de cuatro años, Bush ganó (y ganó bien) su reelección para la Casa Blanca, a pesar de que a la mayoría del planeta (y de los norteamericanos) ya les caía mal.

Digo todo esto porque bueno o malo, apropiado o inapropiado, correcto o incorrecto, me parecen cada vez más adjetivos atados al tiempo. Lo apropiado hoy puede ser inapropiado dentro de unos años. Hagamos un ejercicio contrafáctico: ¿hubiera bombardeado Saddam Hussein todo el planeta si nadie hubiera hecho nada para detenerlo? Nadie lo sabrá, y aún planteando esta pregunta sigo pensando que la guerra de Irak fue, en última instancia, una forma de hacer negocios y no de evitar un desastre nuclear.

Irónicamente, el deseo de Bush de dejar un país más fuerte termina en tinieblas: la gran economía está destrozada, tiene mucho menos dinero para defenderse ante la misma cantidad de enemigos (o más) que antes y perdió casi toda la autoridad moral que construyó durante siglos. Bush no deja un país muerto o un mundo muerto. Por suerte, en Estado Unidos sólo se puede ser presidente por ocho años...

No hay comentarios: