martes, 26 de mayo de 2009

Estatitis

Hay miedo. Las andanzas de un comandante bolivariano han puesto al establishment local en estado de alerta por un axioma jamás escrito, pero que está impreso en la mente de muchos: el kirchnerismo es la versión light de la revolución bolivariana, del socialismo revolucionario del siglo XXI. (Comentario al margen: ¿vieron todo lo que dice el slogan "socialismo revolucionario del siglo XXI"? En una sola frase un presidente te dice que es justo y equitativo, que le interesan que todos ganen más o menos lo mismo, lo que significa que quiere que haya menos probres, y que incluso está dispuesto a expropiar empresas, tierras y hasta ideas para lograrlo, si es necesario. Y además de todo eso, te dice que es moderno como el Windows 7).

¿Hay que tener miedo? Lean a Lindhal, primero, y a Ana C., después. ¿Siguen con miedo? Si contestaron "si" los entiendo, hay que tener miedo, pero no al intervencionismo estatal (casi todo lo que termina en "ismo" suele meter un poco de miedo, pero no porque sea malo en si, sino porque el "ismo" da como una idea de sobredosis, tremendamente corrosiva y dañina) sino a los nenes que lo están llevando adelante. Creo que un gerente, capacitado, tiene mejores incentivos para conducir una empresa que un político. Pero sobran evidencias de que puede ocurrir exactamente lo contrario (¿se acuerdan de la crisis financiera?¿eran políticos los que le prestaban plata a cualquiera?¿eran políticos los que ponían lindas notas a los "activos tóxicos"?).

Pero con Hugo, con Néstor, con Guille, con Julito y con Amado, yo tengo miedo.

¿Qué pasaría si cambiamos los personajes? ¿Se denostaría tanto el intervencionismo estatal? ¿O se le daría más oxígeno a los argumentos que ahora parecen inverosímiles, como la crisis global o los "mercados estratégicos"? Me atrevo a pensar que, al menos en la Argentina, el debate sería más equilibrado.

Y si alguien respondió "no", porque cree que la ola estatista regional es tan inofensiva como el estornudo de un mexicano en un aeropuerto o un mosquito pequeño que se cuela por la rendija de la lavandería, les diría dos cosas: o los gobierna la ingenuidad, la ideología, o saben algo que yo no sé.

1 comentario:

cristina etchegaray carbone dijo...

La economía, como toda otra actividad humana, no es, por naturaleza una institución del Estado; es, por el contrario,el producto viviente de la "libre iniciativa" de los individuos y de los grupos libremente constituídos por ellos.
El hombre en su quhacer económico, no puede prescindir de la sociedad en que vive; por lo tanto, la economía está ordenada al "bien común" de la sociedad, y en consecuencia no queda exenta del Estado, responsable de ese boen común. En ese "doble carácter"-individual y social-de la economía, reside precisamente la tensión entre ella y el "poder público".
Ese bien común que debe proporcionar el Estado (con el gobierno de turno), es una serie de "posibilidades" ofrecidas a los miembros de la sociedad, para que mediante su acción "propia y responsable" puedan, gracias a ellas, alcanzar más facilmente su pleno desarrollo personal.