jueves, 5 de febrero de 2009

Kajeros

Destacando los puntos salientes de una entrevista que le hizo al economista Miguel Bein, Ernesto Tenebaum tira una frase que resume muy bien la importancia (política, económica, histórica y estratégica) de uno de los mayores logros kirchneristas: la caja.

"La obsesión K por el superavit fiscal es una marca de época: empezaron los chilenos, siguieron los brasileños y ahora la aplicamos los argentinos. Parece haber consenso entre todas las fuerzas progresistas en aquel postulado conservador que nunca cumplieron los conservadores, en aquella vieja recomendación del FMI que nunca cumplieron los gobiernos que siempre aplaudía el FMI: la platita, la caja, hay que cuidarla."

De la Rúa, probablemente el presidente más conservador del siglo pasado, quiso cuidar la caja, pero lo hizo mal y despues ya no quedó caja para cuidar. Ni Perón, ni los sucesivos gobiernos militares (creo que es justo decir que a ningún uniformado que se haya arrimado al poder se lo puede acusar de progresista), ni Menem cumplieron con la máxima conservadora a la que hace referencia Tenenbaum: ahorrar, si puedo; gastar sólo lo que tengo, si no queda otra.

Hay un manejo fiscal muy prolijo desde lo administrativo. Esto es, vale decirlo, virtud de un hombre al que no parecen sobrarle virtudes: Carlos Fernández. Los números, que nadie ha puesto en duda todavía, cierran como una cajita china. Si se recauda más, se gasta más. Si se recauda menos, se paga menos. A fin de año, 3,2% del PBI de ahorro garantizado. Redondo.

Pero hay también tres puntos oscuros. El primero tiene que ver con que para cerrar los números de este año, para cuidar la caja, el Gobierno no dudó en manotear la plata de los jubilados. Eso fue mala onda. Puso a varios con los pelos de punta, recargó la fuga de capitales, pinchó el consumo. Terminó por instalar la idea, confirmada después por los tarifazos para recortar subsidios, que al kirchnerismo le importa la caja y nada más que la caja. Es el único principio inquebrantable, la única ideología inalterable. El resto es negociable.

El segundo tiene que ver con que la estructura impositiva que sostiene la caja es horrible. Es ineficiente, es inequitativo y está lleno de agujeros negros. Encarar una buena reforma impositiva es más fácil si se tiene caja. Pero sólo hubieron retoques (suba del mínimo, chau a la tablita, subibaja en retenciones) y ningún cambio de fondo. ¿Por qué? Porque la eficiencia y la equidad no importan tanto como la caja (punto uno reloaded).

El tercer punto viene del interior y de afuera. Que el gobierno nacional haya sido prolijito hasta ahora es una virtud. Pero no jodamos: ser prolijo con la soja a US$ 600 y la economía creciendo al 8% tampoco es una misión imposible. Ahora, con las provincias cayendo en déficit como si fueran fichas de un dominó justo en un año electoral, la soja titubeando por los US$ 350 y la economía tratando de zafar de la recesión en medio de la debacle global, se van a ver los pingos. Enero no fue bueno: la recaudación creció al 11% y la coparticipación a las provincias al 1,5%.

¿Cómo pasarán el invierno los kajeros?

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