martes, 21 de abril de 2009

Balance y despedida

Se van. Ya sea a principios de julio o en diciembre de 2011, los Kirchner se van. Es probable que ni siquiere haya un Kichner en las boletas de las elecciones legislativsa de junio próximo. Se van, y no volverán a gobernar la Argentina por mucho tiempo (no digo nunca más porque la historia ha demostrado que este es un país generoso).

Daniel Scioli aparece como el garante de la salida ordenada. La figura post-kirchnerista del Frente para la Victoria. Y quizás sea el único candidato en el principal distrito del país en junio próximo.

Como homenaje, el balance K del Prisionero en cinco puntos:

1- La economía cerró a fines del año anterior el ciclo más vigoroso de crecimiento de los últimos cien años. ¿Fue todo gracias a Kirchner? No. Fue en gran parte gracias al mundo. Kirchner hizo que todo fuera más rápido, pero falló en el gran desafío de fondo: estabilizar la performance, sostenerla. (Se me ocurren un par de analogías sexuales, pero es tan obvio que mejor dejo que la mente de los lectores vuelen libremente).

2- La distribución del ingreso es la misma que en los '90. Lo dice Artemio, a quién no se lo puede acusar justamente de opositor. Los trabajadores se llevan un porcentaje mayor de la riqueza que los capitalistas, pero la concentración no mejoró. La pobreza muestra el mismo panorama: 30%, igual que en los denostados '90. Sólo salieron de la pobreza los que entraron por la hecatombe 1998-2002. Hubo, eso sí, una mejora en el desempleo, pero a costas, en parte, de una mayor informalidad.

3- Dos indicadores claves del desarrollo muestran falencias estructurales. En salud, el país sufre la peor epidemia de dengue de la historia y se incrementó la tasa de mortalidad infantil. En educación, se aprobó una nueva ley cuyo cumplimiento está en duda, y los principales distritos no cumplen los 180 días obligatorios de clase.

4- Después del pago al FMI, de la quita del 66% a los acreedores, y sin contar los holdouts, la deuda ya volvió a los niveles de 2001, en plata y en relación con lo que produce el país. Hay menos deuda en dólares, sí; los vencimientos son más piolas, es verdad. Pero debemos tanto como hace ocho años, habiendo cancelado una parte y acordado con los acreedores no pagar otra.

5- Hubo un avasallamiento institucional sin precedentes. Un intervencionismo salvaje. El ícono de esa estrategua fue el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Todo bajo un paradigma castrense anacrónico: "Subordinación y valor". El Congreso, los organismos de control, las empresas, los sindicatos, la libertad de prensa, el derecho a la propiedad. Todos quedaron subordinados a la defensa no de la instauración de un modelo de un país, sino de un modelo de negocios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente resumen!