Se pudrió todo

El vierner pasado Alfonso Prat-Gay, ex presidente del Banco Central y referente económico de la Coalición Cívica, dijo que la Argentina no está cubierta de la crisis internacional porque las famosas reservas de 50.ooo palos son, en euros, las mismas que durante el Tequila, que la restricción crediticia en Estados Unidos "es la más severa desde la crisis del 30" y que la teoría del desacople es una zanata. "Es ingenuo pensar que el consumidor chino puede reemplazar al norteamericano", batió.

Hoy se desploman todos los mercados, algo que deja en claro que los intentos de la Fed y compañía -Prat-Gay dijo también que los hacedores de política económica "la corren desde atrás"- no han surtido hasta ahora efecto. Le sumo a esto que Artemio López, uno de los defensores más acérrimos de este modelo, pronostica que por la inflación, el consumo se va a desacelerar en el segundo trimestre por la nefasta inflación.

Varios economistas empiezan a hablar ya de una burbuja especulativa en los mercados de commodities, "las joyas de la abuela", como llaman algunos, a esta linda familia de productos que producimos y hoy valen una bocha. No soy Nostradamus, pero mi experiencia me dice que cuando se empieza a hablar de burbujas es porque existen, y si existen, en algún momento revientan.

Todo esto se encuadra en la gran "piloto automático" que está haciendo el Gobierno, confiado en que el enjambre de toqueteos que tejieron en los últimos cinco años van a posicionar a la Argentina por arte de magia en una senda de crecimiento sostenido.

¿Qué pasa si la crisis, cuyo desenlace final hoy hasta el mismo Martín Lousteau dijo que no se conoce, nos pega de lleno? Menos exportaciones, menos inversiones extranjeras, menos financiamiento. ¿Qué pasa si la inflación no para? Menos consumo, menos producción, menos inversiones extranjeras y locales. ¿Qué pasa si explota la burbuja de commodities? Menos exportaciones, menos superávit fiscal. Todo menos. O, mejor dicho, se pudrió todo.