miércoles, 5 de noviembre de 2008

Obama

Hubo final hollywodense. El hombre, un mito latente, un desconocido hace tan sólo cuatro años, se paró ante la multitud después de dar pelea todo el año y robó lágrimas con su mensaje desbordante de optimismo y sus poderosos remates "yes, we can". El más inspirado de los guionistas no lo hubiera armado mejor en la ficción.

Los jóvenes, los hispanos y los "grandes centros urbanos" votaron masivamente. Y lo hicieron, en su mayoría, por Obama. No fue lo que ocurrió hace cuatro años, cuando los Estados Unidos profundo, de iglesias blancas, pensamiento simple y espíritu conservador y recalcitrante le dio cuatro años más a George W. Bush en la Casa Blanca.

Sobran los análisis y los debates sobre el alcance o el trazo en la historia que dejó la jornada de ayer. Vamos, entonces, a la marca que sobrevivirá a la impermanencia. La marca de Obama: su mensaje. La electricidad y la vibración que genera su prédica. Eso es lo que la gente recuerda. Esperemos que en este caso no sea lo único. Por ahora, sus dos momentums: hace cuatro años, y ayer.




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