miércoles, 8 de abril de 2009

Ha vuelto el terrorismo de Estado

Todos los políticos oficialistas que tienen un cargo ejecutivo (con la excepción de Kirchner, que no lo tiene) serán candidatos en las elecciones legislativas de junio próximo. A todo o nada, es el análisis sintético que copa la prensa. La novedad, que puede transformarse en simple humo si así lo dictan las encuestas, confirma un hecho: estamos en manos de dementes.

No es una exageración. La Real Academia Española define a un demente como un "loco, falto de juicio". La demencia es un "trastorno de la razón". Un trastorno puede tener muchas raíces. Amor, lujuría, codicia y, obviamente, poder. ¿Poder para consolidar un modelo de país? No. Poder para consolidar un modelo de negocios.

Dejemos de lado lo burdo y desesperado de la maniobra. Dejemos de lado la inédita y enorme incertidumbre institucional que desata la movida: si pierden los candidatos oficialistas, habrá una larga lista de mandatarios invalidados por las urnas. Dejemos de lado el manoseo y el desprecio por el Congreso y varios Consejos Deliberantes que reflejan candidatos que de antemano se sabe que no asumirán. Dejemos de lado las responsabilidades de los gobernantes que se convertirán en candidatos.

El mensaje que queda tiene connotaciones terroristas. Busca meter miedo: o se vota al oficialismo o se destruye la gobernabilidad. Un país a la deriva. Es irresponsable, sádico y cínico.

Es claro que el oficialismo busca, además, llevar la campaña al terreno que más le gusta: el debate ideológico, la discusión sobre el modelo. Neoliberales versus neointervencionistas. Así aleja el debate del aumento del desempleo y la pobreza, la inflación, la inseguridad, la droga, los negociados con fondos públicos y empresas de servicios públicos, el IndeK, el amordazamiento institucional, la voracidad fiscal y tantas otras cosas que ni siquiera están en la agenda mediática.

El Prisionero va a votar a la oposición. Lo decidió hace tiempo, y ahora está más seguro que nunca de hacerlo. Emporio Armani dejó la Argentina. Louis Vuitton lo hará, seguramente, en 2011. Y quizás en ese momento, y de una vez por todas, el terrorismo de Estado se convertirá en un fenómeno del pasado.

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